Esta semana pasada fue memorable en Sayulita. La primera mitad de la semana perteneció a la Revolución, celebrada el Martes 20 de Noviembre. Todos los niños tuvieron Lunes y Martes de asueto, y la mañana del Martes vimos uno de los desfiles anuales de Sayulita, con tropas de niños pequeños ataviados con trajes revolucionarios, incluyendo bigotes que harían orgullosos a Zapata y a Villa. Dispararon sus cañones y rifles de juguete, y ¡ganaron la revolución una vez más! Como siempre, el desfile terminó en la plaza con actividades ceremoniales, y todos pasaron un buen rato. Para los expatriados que viven aquí, que de alguna forma se separan de la cultura, es maravilloso e inspirador ver cómo otro país celebra su herencia e historia.
El Jueves trajo el festejo estadounidense del Día de Acción de Gracias, y todos nos congregamos con familia y amigos para comer pavo (puede comprarlos congelados en el Costco en Puerto Vallarta, y en ningún otro lado) o lo que sea que tuviéramos para sustituirlo, y dimos gracias por estar aquí, bajo el brillo del sol y no allá arriba congelándonos el trasero. Siempre hay un poco de tristeza temperando esas gracias -extrañamos a la familia y amigos que dejamos atrás, cuando escogimos vivir aquí. Para los visitantes, fue una cuestión de encontrar algo similar a una cena con pavo en un restaurante local. Escuché que hubo unos cuantos en oferta.
Pero lo que quiero decir es, el Jueves temprano fui a surfear a La Lancha, uno de los puntos locales en Punta de Mita. Hubo unas olas decentes de tamaño medio esta semana, y las olas de Sayulita han estado ocupadas de verdad. Como ha estado La Lancha. Pero por alguna confluencia de fuerzas -y esto sucede todo el tiempo por acá, a pesar de los muchos, muchos surfos del área- me encontré a mí mismo surfeando sólo en pleno medio día en La Lancha. Las olas llegaban a la altura de la cabeza, y estaba surfeando con remo en una tabla corta, una tabla gorda de cuatro quillas que todavía estoy aprendiendo a usar, las olas se formaban bien, el mar era liso como vidrio, y por 45 minutos fue todo mío -bueno, había un niño con una tabla corta, pero estaba en el extremo izquierdo y yo estaba a la derecha -y estábamos haciendo pedazos.
Entonces un bote de Anclote llegó y soltó a cinco personas al agua, luego seis más llegaron desde el camino, y las olas se ocuparon.
Pero tuve esa hora, por la cual doy gracias.