Antes de comenzar esta historia, deseo agradecer a Miguel Sanchez Origel, bartender, y Storm Richardson, proprietario de Sayulita Public House, por la información provista, y también por las cervezas que facilitaron para que yo las probase y que Donna las fotografiase. Storm ha sido un aficionado de la cerveza desde la preparatoria. Durante aquellos días en Oregon, cuando la mayor parte de los chicos esperaban a las afueras de un 7/11 intentando convencer a un adulto dispuesto a violar la ley y comprarles cerveza (yo hice lo mismo en California y casi siempre se podía encontrar un borrachín o un chico dispuesto a hacerlo por uno o dos dólares), Storm se ubicaba en las puertas de una micro-cervecería especializada en “cerveza artesanal” de alta calidad.
Advertencia: Hey amigos, esto ocurrió hace mucho, antes de que todos los chicos tuvieran coches y manejaran ebrios! Nosotros no promovemos el consumo por menores.
Al entrar en el Public House se descubre un mundo maravillo de cerveza: El tío de Storm coleccionó miles de latas de cerveza de diferentes cervecerías y países en sus viajes alrededor del mundo. Actualmente hay más de 600 de estas latas en exhibición en the Public House. Como se aprecia en las fotos, esta multitud multicolor de latas de cerveza luce como arte fino en la pared.
Sin ser realmente un aficionado a la cerveza, abordé esta historia esperando que hablaríamos de las virtudes relativas de la Corona, Pacífico, y Modelo, junto con algunas pocas de las otras marcas menos omnipresentes como: Dos Equis, Negro Modelo, Indio, Victoria, y las versiones “light” de estas. En otras palabras, los mismos de siempre. Después de todo, esto es lo que la gente—y no solo los turistas gringos, sino también los mexicanos–suelen beber en la mayor parte de los bares, restaurantes y la playa. Son las marcas que se vienen a la mente cuando se habla de cerveza mexicana.
Pero la verdadera historia sobre la cerveza mexicana es una muy diferente. Las marcas mencionadas arriba, son básicamente, las Budweiser, Coors, y Millers de México. Son producidas por enormes companias, en enormes cantidades, y operan saturando el mercado donde sea y cuando sea posible. Lo cual no significa que estas cervezas sean malas—los Mexicanos y los turistas en el Occidente de Mexico, aman sus Pacíficos.
La cuestión es como dos companias gigantescas controlan la mayor parte del mercado de la cerveza, y utilizan todos los medios a su disposición para mantener el control. De manera semejante a los Estados Unidos, aunque los métodos de control son diferentes. El control de la distribución define la competitividad en EUA, mientras que en México, un impuesto aparentemente “verde” aplicado a las botellas no recicladas, sirve para sofocar a la competencia. Se trata de una taza impositiva de 26 por ciento por cada botella que no es reciclada y reutilizada. Desde un punto de vista ecológico, parece una buena manera de forzar la responsabilidad ambiental. Desde una perspectiva de negocio, si usted es un emprendedor de una pequena empresa y no puede costear lo necesario para recolectar, almacenar y procesar las botellas, pues básicamente usted está acabado.
This keeps the little guys little. We don’t have the space to go further into the details, but the end result, in Mexico, is that the many, many micro-brewed beers sold here are essentially illegal. This simply means the producers and sellers of specialty beers in Mexico do so without the licensing officially required, and because of this, they are all pretty much destined to remain well, micro
Has this stopped Mexicans from producing fine craft beers? Not at all. According to Storm, there are around 500 different beers being produced in Mexico at the present time, most of them “illegally.” Most of the micro-breweries are relatively small—yep, micro. Due to the cost of importing ingredients such as hops, these specialty bottled beers are very expensive—from 40 to 120 pesos a bottle for the 40 different brands of micro-brewed beer on sale at Storm’s bar, and he’s no gouger. His margins are small. The beers he sells are almost all lagers rather than ales—all beers are one or the other–because lagers last longer without pasteurization.
Several of the biggest and best known of these micro-breweries whose beers Storm recommends and stocks are Minerva, based in Guadalajara, Cerveza La Bru, from Michoacan, and Cucapa, based in Baja California. Each produces various specialty brews, ranging from pale, blonde, red, and brown ales to pilsners, stouts, bocks, and other flavored brews. For those among you who would like to try a Mexican beer that has a little more depth and richness than your basic coronapacificomodelo–and that is not for sale at every Oxxo, Modelorama or Kiosko in Mexico– the Sayulita Public House stands ready with a range of tasty and potent micro-brewery beers.
These days every type of alcohol on the planet has its multiple variations, and every variation has its acolytes and admirers. Beer is no different. The Mexican micro-brewery beer market may be relatively unknown and/or underappreciated, at least to most tourists, but it’s the real deal, and worth exploring if you consider yourself a beer aficionado, or an adventurous drinker.